domingo, 2 de marzo de 2014

CLEPTOMANIA


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Hay personas que por experimentar o simplemente por competir, cometen pequeños hurtos, pero si este comportamiento pasa de lo anecdótico a convertirse en algo habitual, puede estar escondiendo una verdadera enfermedad mental, conocida como trastorno del control de los impulsos, considerado como una adicción, denominada cleptomanía, en los próximos párrafos se verá en qué consiste, cómo tratarlo y cómo poder prevenirlo.

¿Qué es la cleptomanía?

La cleptomanía es un trastorno psicológico por el cual la persona denominada cleptómana o cleptomaníaca tiene una conducta repetitiva de apropiarse de aquello que le es ajeno. Hay que distinguirlo de la actividad del ladrón esporádico o habitual, cuyo objetivo es el enriquecimiento ilícito buscando un beneficio personal. En cambio, en la cleptomanía, el momento del robo se convierte en sí mismo en la finalidad del acto, no persiguiendo un enriquecimiento personal ni el perjuicio de la persona a quien roba.

El paciente con cleptomanía sufre de un trastorno del control de los impulsos, por lo que se ve irremediablemente obligado a sustraer cualquier objeto independientemente de su valor; un impulso a satisfacer rápidamente cuando se encuentra en un lugar propicio para ello, sin necesidad de premeditación ni planificación.

Aunque las causas de la cleptomanía todavía no están claras, parece existir un componente hereditario en cuanto a trastornos del control de los impulsos se refiere. También se ha informado de casos cuya causa se debe a una contusión en la cabeza. La cleptomanía no parece estar relacionada con la capacidad económica, el nivel educativo alcanzado ni el grado de marginalidad de la persona, tal y como sucede con la comisión de algunos delitos.

Este trastorno es más común en mujeres que en hombres (presentándose en ellas en dos terceras partes de los casos); suele iniciarse entre la adolescencia y los años inmediatamente posteriores; de ahí la importancia que tienen los padres a la hora de reconocer los primeros síntomas de esta enfermedad, en la que el hijo trae a casa objetos sin que sea capaz de dar una razón convincente sobre cómo los adquirió.
Hay que tener en cuenta que en esta época de la vida las personas que sirven como referente han dejado de ser los padres, para convertirse en los iguales, de ahí la importancia de escoger un buen grupo de amigos, ya que de ello van a depender buena parte de los hábitos saludables o no que se puedan adquirir.

Síntomas y manifestaciones de la cleptomanía

En la cleptomanía existen unos síntomas o características comunes con otro tipo de adicciones como son:

Altos niveles de ansiedad cuando se encuentra en situaciones propicias para el acto.
Pensamientos recurrentes de intrusión incitándole a cometer el delito.
Impotencia a resistirse al impulso de cometer el hurto.
Liberación de la presión con satisfacción tras cometer el robo.
Sentimientos de culpa y remordimiento con posterioridad.
Como se puede imaginar, una persona dedicada al hurto de forma esporádica o profesionalmente carece de la mayoría, e incluso de todos, los síntomas descritos, máxime cuando están guiados por el deseo de enriquecimiento y no como liberación de una tensión irremediable.

Igualmente, la persona que sufre cleptomanía suele deshacerse con posterioridad de aquello que ha sustraído, incluso tirándolo a la basura o regalándoselo a otra persona, pues no es su objetivo ni acumular ni enriquecerse con ello.

Además de estos síntomas que le son propios, este trastorno puede ir acompañado de otros, como el trastorno de depresión mayor, trastornos obsesivo-compulsivos o trastornos de la conducta alimentaria como la anorexia nerviosa o la bulimia; incluso es habitual que se convierta en consumidor de sustancias ilegales.

Esto hará que sea más difícil establecer un diagnóstico inicial claro de cleptomanía, ya que van a estar presentes síntomas que no le son propios; lo que puede retrasar el inicio del tratamiento, el cual además puede verse entorpecido por los síntomas de los otros trastornos que esté sufriendo al mismo tiempo el cleptómano; como la desintoxicación a sustancias ilegales.

Tratamiento de la cleptomanía

Antes de poder establecer un tratamiento específico para cleptomanía, se debe de realizar un correcto diagnóstico diferencial para comprobar que se trata de éste y no otro trastorno, e igualmente hay que ver si existen otros trastornos concomitantes que se estén dando al mismo tiempo. De producirse este segundo caso se tiene que priorizar la intervención terapéutica para reducir los efectos de los síntomas más acuciantes y agudos.

Una de las dificultades más graves para poder llevar a cabo el tratamiento de la cleptomanía con éxito es que el paciente, a pesar de ser consciente de su problema y de las consecuencias legales que puede acarrearle si le atrapan cometiendo el delito, aún y con todo, suele ser incapaz de pedir ayuda terapéutica, casi siempre movido por un sentimiento de vergüenza o la humillación que supone reconocer ante otros su enfermedad; en éste punto los familiares juegan un papel esencial al ser ellos quienes lleven al paciente a la consulta a pesar de su negativa.

El tratamiento de la cleptomanía que se aplica en estos casos es mixto, empleando para ello distintas técnicas como:

Técnicas de relajación y respiración, para aumentar el control ante situaciones de estrés y ansiedad previos a cometer el acto de sustracción, de forma que consiga rebajar esas sensaciones físicas que le incitan a cometer el acto.

Terapias cognitivas que ayuden a controlar esos pensamientos recurrentes que surgen previos al acto delictivo, usando técnicas como la detención de pensamiento, en la cual se entrena a la persona a identificar cuándo tiene ideas intrusivas negativas, y en ese momento las detiene aplicando una palabra clave que previamente a acordado con el terapeuta.

Terapias conductuales, por los que reaprender a estar en los lugares de tentación donde normalmente solía robar, sin caer en ello; empleando técnicas como la desensibilización sistemática, en la que se hace hincapié en la imaginación de estar en un lugar propicio a robar pero que se consigue controlar y salir de ahí sin robar; en una fase posterior, y una vez conseguido reforzar la confianza en sí mismo y en su capacidad de control, se realizará esto en situaciones reales.

Técnicas de comunicación, por las que enseñar al paciente a aprender a expresar de forma positiva y constructiva la tensión interna, dándole la oportunidad así de reconocer que tiene un problema y que requiere de ayuda para superarlo; como ayudarle a mejorar las habilidades sociales, aumentando así su círculo de amistades y con ello contar con un mayor número de apoyos para superar la enfermedad.

Psicofármacos cuando sean prescritos por el especialista, tanto para tratar deficiencias de la serotonina relacionada con el control de impulsos y emociones, como para estabilizar el estado de ánimo del paciente.

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